miércoles, 7 de marzo de 2007

Desprecio por lo popular

Enrique Goldfarb

El episodio que está ocurriendo con el Transantiago, inconcluso y de consecuencias imprevisibles, viene a reafirmar lo que en la izquierda parecía imposible. El desprecio del gobierno por lo popular, por las mayorías.
El gobierno precedente sumió al 80% o más de la población a un estancamiento de sus ingresos y a un desempleo feroz que en la realidad, aunque no en las estadísticas oficiales, insoportablemente poco fieles, tiene comprobadamente frustrada y con rabia a la inmensa mayoría.
Y si eso fuera poco, y sin necesidad alguna, el actual implementa además un sistema de transporte que solo ha causado rechazo, y no hablamos de un rechazo elegante, finamente irónico, sino con impotencia y lágrimas en los ojos de quienes supuestamente son sus beneficiarios.
Contrasta esto con lo que fue la Unión Soviética, cuna intelectual de varios de los actuales detentadores del poder, donde se construyeron obras preciosas de beneficio común como fue, por ejemplo, el Metro de Moscú. Aquí cada persona tendrá apenas un séptimo de metro cuadrado de Metro gracias a esta estupenda iniciativa que es el Transantiago. La gente solo tiene dos activos que hay que preservar a toda costa. La marraqueta y su tiempo. El gobierno anterior le quitó la primera y el actual el segundo, haciéndole gastar tres o cuatro veces de ese precioso recurso que es su tiempo, no ya libre, sino para dormir y poder seguir trabajando al otro día.
Tanto el empobrecimiento de la gente como este cambio en el transporte reflejan incompetencia llevada a su máxima expresión. Con un silencio cómplice para aprovecharse en su favor de las debilidades de las autoridades, han pasado seis años con el error de diagnóstico y fallas en las políticas más grande que se haya cometido y tarde o temprano surgirán las denuncias y deberán pagarse las responsabilidades políticas. Sin embargo en el segundo caso, con el incómodo y humillante medio de transporte a que los fuerzan, es muy posible que el reventón sea de plano y mucho menos solapado.
Uno se pregunta, en aras del respeto hacia la gente, que por lo demás es la que decide quien gobernará el país, porqué no se implementó un plan sino perfecto en sus comienzos, al menos tolerable. Si el Transantiago no estaba listo, lo que advirtió una firma consultora especialmente contratada por el gobierno, porqué no se aplazó indefinidamente. Porqué no se hicieron los chequeos previos correspondientes, como asegurarse de la disponibilidad del GPS para que la frecuencia de los buses fuera la necesaria. Cómo puede ser que la fórmula de ajuste sea el cobro de las boletas de garantía, si la gente no quiere que el fisco siga recolectando más plata sino que quiere micros buenas y rápidas.
Además, las micros que se eligieron son feísimas, malísimas e incómodas. El cambio de las Matadero-Palma por mataderos a secas.

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